Entendí que era una despedida.

Entendí que era una despedida, y ninguno de los dos dijo adiós. Pero fue así, un simple mensaje que agradecía lo mucho que había hecho por ti en las últimas semanas, en el que más que odiarme por mi comportamiento, me dabas las gracias por los pequeños momentos vividos juntos.
Entendí que era una despedida, en el momento que aquella mañana no me saludaste como de costumbre, era el epitafio final de una historia que nunca llegaría a florecer. Era el último pétalo que caía de la rosa que Bestia tenía en escondido en su cuarto, era lo que siempre quise tener y nunca supe conservar.
¿Y ahora qué?
¿Qué vas a hacer con tu corazón fracturado de sueños rotos pequeño león? Leo, el león orgulloso. Tienes un corazón inmenso que no es capaz de conservar lo que quiere. Eras incendio que se llevaba todo a su paso. 
¿Dónde estás? Vuelve al beso número 281119.







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