Y llegó el huracán.

Vamos a jugar un juego, en el que tu y yo fingiremos. Porque fingiendo todo es mucho más fácil, y es engañar a la razón, aunque le duela al corazón. Y al amor lo vamos a llamar "té", porque tal vez de esta forma no de miedo y así nadie salga huyendo. 
Pues bien, yo me muero por tomar té contigo siempre.
                                       Fin.






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