Y sin querer, soy.

Supongo que no lo puedo evitar, soy de esas personas.
Por eso todo se hace siempre tan complicado, 
tan cuesta arriba y nunca cuesta abajo. 
Que la montaña rusa tiene más bajadas que subidas, 
y que las putas películas nos mintieron al prometernos que podríamos cambiar cualquier final con el que no estuviéramos de acuerdo..
porque cuando tienes que luchar contra todo y todos, 
en un mundo que dicta que los finales felices no existen y que el amor tiene un tiempo limitado, 
yo quiero ser el loco que diga: "No, me niego a creerlo!".
Gritarle a los cuatro vientos y exigir al mar que el amor no se puede extinguir, 
que no puede tener fecha de caducidad. 
Porque el mundo no se puede rendir todavía. 
Que aún quedan locos, locos enamorados que un 14 de febrero se plantaría con un ramo de rosas y una carta, donde jurarían amor eterno y cantarían baladas en una noche estrellada.
Y este gesto para nada deficitario no implicaría que el resto de los 364 días del año, no demostraran lo mucho que pueden llegar a querer, a sentir, a amar.
Y yo soy de esos, sabes. 
Y ojalá a veces, no serlo. 
Pero soy. 
Soy uno de esos locos de corazón fracturado y cicatrices hasta el cuello, que a pesar de todas las heridas sigue pensando que el amor existe. 
Que el gilipollas de Cupido no tiene porque fallar siempre, 
y que a todo el mundo le llegará tarde o temprano ese alguien que despierte primaveras y flores en su estomago. 
Soy poeta sin serlo, 
amante de los sentimientos, 
y costurero de corazones rotos. 
Soy lo que más odio, por un mundo marchitado.
Pero también soy lo que más amo, por no rendirme y creer. 
Creer que no esta todo acabado, que la casualidad del destino esta siempre de nuestro lado. 
Por esto, y muchas más razones.
Soy, sin querer serlo. 







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