Dos besos y un abrazo.

Dos besos y un abrazo para llevar, por favor. Que el frío empieza a calar en mi corazón desde que fundí aquella armadura a prueba de balas, pensando que tenía que ser valiente y no temer a las flechas de Cupido. 
Me equivoque. 
Ha vuelto a jugar conmigo. 
Le rogué que me dejara en paz, que mi corazón hace tiempo que agoto su último aliento, que ya no queda sangre que bombear. Pero los niños son caprichosos y no ceden ante las amenazas de un corazón débil. 
Volví a caer en ese precipicio.. y me temo que esta vez no veo ninguna salida de emergencia. Mis alas rotas son incapaces de elevar el vuelo, tal vez sea porque no quiero volver a elevarlo. Me niego a trepar por las paredes del infierno que están llenas de espinas, y dejan cicatrices.. cuando llegas a la cima una vez más, solo para volver a caer otra vez más fuerte que nunca. Me he acostumbrado tanto a la soledad, que la invito a cenar cada noche y luego bailamos un vals al ritmo de la música clásica que inundan mis oídos. No es tan malvada como algunos piensan, es más te diré una cosa: Ella nunca te dejara, viene sin avisar y te clavara a nostalgia en el pecho. Y en cierta forma agradeces ese contacto, que te recuerda que no has muerto. 
Pensándolo bien, que sean tres abrazos más.. que el invierno va a pegar fuerte y viene de frente año nuevo, otro capullo que te deja al borde del suspiro. 





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